Tonto de mí, no me presenté. Sepan disculpar mi premura, será (espero) que el toque de musa no es más que un etéreo roce y se debe aprovechar o morir. Será la fobia a la prosa, la furia tremenda de la extensión sintagmática sin sentido y recargada de condensaciones no deseadas. A conciencia de que mi vitalidad es la de un cadáver, debo acceder veloz (aún muerto) al celestial roce. Si, comprenderán ustedes, mi exquisitez es despertada por ninfa, a ella me debo subyugar y dejar paso.
Tonto de mí, no me presenté. A sabiendas de que desde la oscuridad he estado disfrutándolos tanto, degustando cada palabra, cada dilogía, cada metáfora, cada rigor, cada calambur, cada argumento y cada sofisticación del lenguaje. Cada formalismo. Lo confieso, me confieso, me les confieso: los he estado absorviendo. Como esponja he ejercitado mi lectura horacianamente: delectare et prodesse, una y otra vez. Y ustedes, ofendidos y hasta insultados, sin saber quién soy.
Tonto de mí, no me presenté. Casi como desdeñando la humildad ordinaria de mi "José", y la ominosa presencia de un cognome europeo y genitivo, De La Serna; como si no supiera que mi nombre es todo y que no pronunciarlo es cederle paso a la confusión. Como si no supiera que, nominalistamente, mi nombre es esencia. En el nombre "José De La Serna" (no lo duden un instante) está el arquetipo de José De La Serna. Y guay del vivaz Buscón que se aproveche de las asonantes y comente: "¿tenés tres piernas?".
Tonto de mí, no me presento. Y llego, tonante cual Zeus amontonanubes, a zumbar en medio de exquisitos cadáveres; con la verde impertinencia y persistencia de las moscas. Pero, dudo un momento, ¿hay realmente carne? Cabe repreguntar al instante: ¿la mosca tiene carne? Insecto, que por minúsculo no tiene más que cáscara y algo de máscara (ahora soy yo el Lazarillo consonante) y apenas un puz travieso como esencia. Mas lo siempre importante (porque neoplátonicos ya molestan) es la presencia, quédensela guárdensela en donde mejor les quepa.
Tonto de mí, no me presento. No tengo hobby, ni horses shandyanos; no soy alto ni soy gordo, no tengo amada cortés a la que jamás alcanzar, no carpo diem, ni quepo bien. Mi cuerpo, por cierto, me queda grande, y no hay devolución sin factura con cuit al día. ¿Habrá "Aleluyas" por De La Serna? ¿modesto "stabat mater"? ¿humillante villancico? ¿simple letrilla?
Tonto de mí, no me presento. No declaro si estoy casado o si trabajo o si tengo cáncer o si me gusta la música dark. No declaro las buenas costumbres, no alabo las prudencias, no lavo los pies de Cristo, no glorifico el rigor, y me defino por negación. La operación no deja de ser graciosa, ¿seré un chiste?, pues en cada afirmación negué, niego y negaré, y de cada negación se podrá afirmar: es él. Simpático calambur forma mi psicología: de la afirmación me vuelvo negación que afirma.
Tonto de mí, no me presentaré.